Sano, desde la cuna hasta la tumba
1 de marzo de 2018 | Loma Linda, California, Estados Unidos | Marcos Paseggi, corresponsal principal, Adventist Review
Para los adventistas del séptimo día, acaso no resulte una gran sorpresa escuchar sobre la importancia de las influencias prenatales en la vida del futuro bebé. Después de todo, fue Elena G. White, una de las fundadoras de la denominación, quien hace más de un siglo escribió: “Un error que se comete a menudo es el de no establecer diferencia alguna en la vida de una mujer cuando está por llegar a ser madre. Durante este período importante debe aligerarse su labor. Se están produciendo grandes cambios en su organismo. Este requiere mayor cantidad de sangre, y por lo tanto debe recibir más alimento, y de la calidad más nutritiva, para que lo convierta en sangre. A menos que ella obtenga una abundancia de alimento nutritivo, no podrá conservar su fuerza física, y su descendencia quedará privada de vitalidad” (El hogar cristiano, p. 231).
Para muchos puede resultar reconfortante, sin embargo, saber de qué manera las investigaciones científicas contemporáneas respaldan la declaración profética de White.
La salud de la embarazada y la obesidad infantil
“La dieta y el estilo de vida de la madre durante el embarazo puede tener un efecto directo sobre el crecimiento del feto, pero también efectos a largo plazo en su crecimiento o contextura corporal”, dijo Trudy Voortman, profesora e investigadora del Centro Médico de la Universidad Erasmus en Holanda. Es lo que la ciencia denomina ‘programación fetal’.
En el contexto de mayor obesidad infantil en muchas partes del mundo, es importante enfocarse no solo en el estilo de vida durante la niñez sino también en las influencias de la vida temprana que, dijo ella, “moldean la trayectoria del aumento de peso y la grasa corporal a lo largo del transcurso de la vida”.
A manera de ejemplo, Voortman compartió una visión general de las evidencias científicas sobre los efectos potenciales de las dietas basadas en plantas durante el embarazo y el crecimiento y la obesidad de los niños. Dijo que si bien no se pudo establecer una conexión entre las vitaminas B12 y D, la mayor ingesta de proteína por parte de la madre está asociada con una mayor masa infantil libre de grasa en años posteriores. No hubo una diferencia significativa entre la fuente —vegetal o animal— de las proteínas.
“No se hallaron asociaciones independientes entre los patrones dietarios maternos y la obesidad”, dijo Voortman. Esto implica que no solo la dieta sino cada aspecto de la salud materna e infantil debe ser tenida en cuenta, dado que la buena salud no es el resultado de tan solo un aspecto, recordó.
“Acaso el estilo de vida del niño es más importante que el hecho que la madre simplemente coma alimentos basados en plantas, aunque es un tema que merece estudios adicionales”, dijo ella.
Un ácido fundamental para la gestación y la infancia
La profesora de la Universidad de Kansas Susan E. Carlson se refirió al papel fundamental de la ingesta de ácido docosahexoenoico (DHA) durante el embarazo y la infancia. Es un tema de máxima importancia, dijo ella, no solo por sus probados beneficios para el desarrollo del cerebro del infante sino también porque el DHA no se encuentra en las plantas sino mayormente en el pescado y los huevos.
La transferencia de DHA al bebé se produce en forma natural mediante la leche materna, pero por muchos años, no estaba disponible en las preparaciones de fórmula. “Al mismo tiempo, la presencia de DHA en la leche materna varía entre país y país del mundo, y depende de la dieta de la madre”, dijo Carlson.
Carlson explicó que los suplementos prenatales de DHA han mostrado efectos positivos tales como la reducción de los nacimientos prematuros, la tolerancia al estrés, una reducción de la respiración dificultosa y el asma, y una mayor masa corporal magra, entre otros. “Los estudios han mostrado que la respuesta de cortisol del infante ante el estrés disminuyó, y que los suplementos de BHA previnieron el incremento de la presión arterial sistólica en los niños que terminaron con sobrepeso u obesos”, dijo. “También mostraron una cognición más elevada y una reducción de las alergias en los niños, mucho después de haber interrumpido los suplementos”.Pero entonces, ¿qué puede hacer una madre embarazada que sigue una dieta basada en plantas?
Carlson recomendó suplementos de DHA de algas, que son una manera natural en la que las madres embarazadas pueden asegurarse de que sus bebés estén ‘programados’ para obtener mejores resultados en años posteriores.
“Los suplementos de algas pueden incorporarse fácilmente a una dieta basada en plantas, con óptimos resultados”, dijo.
Nueces, para cuando envejecemos
“La promoción del envejecimiento saludable es de suma importancia”, dijo Aleix Sala-Villa, de la Clínica de Lípidos de Barcelona, España. “Y hay cada vez más evidencias de que el acortamiento de los telómeros, las estructuras que ayudan a conservar la estabilidad del genoma, lleva a la senescencia de algunas células”.
En consecuencia, Sala-Villa dijo que estudios contemporáneos en el campo se han propuesto medir la longitud de los telómeros como un marcador del envejecimiento biológico, dado que “los telómeros son altamente susceptibles al estrés oxidativo y, por lo tanto, blancos verosímiles para las dietas ricas en alimentos derivados de plantas que son ricas en antioxidantes”.
Sala-Villa aplicó este conocimiento a un proyecto de investigación que buscó evaluar los efectos del consumo de nueces en la disminución cognitiva relacionada con la edad y la degeneración macular en los ancianos que aún se valen por sí mismos. El estudio concluyó que “los sujetos cuyas dietas son ricas en alimentos derivados de plantas mostraron la conservación de la longitud de los telómeros”, y que “el patrón de dieta vegetariano parece ser un buen método para preservar la longitud de los telómeros”, retrasando así el envejecimiento.
En este sentido, Sala-Villa concluyó que, para envejecer con salud, “aun pequeños cambios [en la dieta y el estilo de vida], si van en la dirección correcta, producen resultados significativos. Y nunca es demasiado tarde para implementar esos cambios”.
¿Pueden tener huesos fuertes los vegetarianos?
Voortman regresó para una segunda presentación ese 26 de febrero a fines del día, donde habló de “Las dietas basadas en plantas y la salud ósea durante el transcurso de la vida”. La máxima masa ósea se produce al comienzo de la adultez y depende, en parte, de la dieta en la vida temprana que afecta la acumulación de masa ósea, dijo. Al mismo tiempo, la dieta en años posteriores puede ayudar a limitar la pérdida de masa ósea y prevenir la osteoporosis, disminuyendo el riesgo de sufrir fracturas. Es algo sumamente importante, dado que los datos muestran que la osteoporosis afecta a 1 en tres mujeres y 1 en 5 hombres mayores de 50.
La salud ósea se ve afectada por la absorción del calcio, pero también por interacciones con otros elementos tales como la vitamina D y la fibra, dijo Voortman. Es la razón por la que se aconseja un enfoque más abarcador.
“Tanto en las investigaciones como en los consejos de salud pública, se suele enfatiza la importancia de nutrientes específicos tales como el calcio y la vitamina D, y alimentos como los lácteos para la salud ósea”, dijo. “Aunque los estudios sobre nutrientes individuales han revelado descubrimientos importantes […], investigar los patrones dietarios generales presenta beneficios adicionales”.
Voortman compartió entonces un gran estudio en Holanda, en el que los investigadores midieron la variación del grado de seguir una dieta basada en plantas o productos animales en las diversas fases de la vida, y sus efectos sobre la salud ósea a lo largo del tiempo.
“En los infantes y los niños, el patrón dietario que mejor predice las mediciones de masa ósea abundó en granos integrales, nueces, lácteos, verduras y huevos”, dijo ella. “Los resultados mostraron que los ovo-lacto-vegetarianos y los no vegetarianos tuvieron índices de masa corporal similares. Los veganos, por otra parte, mostraron un mayor riesgo de fractura que los no vegetarianos”.
En general, reveló Voortman, ambos extremos —el de una dieta completamente basada en plantas o una dieta completamente basada en productos animales— mostraron menores índices de masa corporal a medida que los sujetos envejecieron.
“El punto óptimo parece ser algún punto medio”, expresó.
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