En Puerto Rico, Iglesia Adventista continúa fortaleciendo las comunidades después de la devastación del huracán
8 de febrero de 2018 | Mayagüez, Puerto Rico | Libna Stevens/DIA
Puerto Rico tendrá para siempre dos historias: una antes del huracán María, y otra después de él.
La historia de antes parece distante, y la historia posterior aún está en desarrollo, dice el pastor José Alberto Rodríguez, presidente de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Puerto Rico.
Rodríguez jamás pensó que vería a su amada isla destruida y completamente bloqueada por la ira de una poderosa tormenta. El huracán María azotó a Puerto Rico el 20 de septiembre de 2017, y aún pueden sentirse los efectos de la poderosa tormenta de categoría 5.
En el presente, cuatro meses después de la tormenta, el 35 por ciento de la isla aún no tiene energía eléctrica, muchas casas necesitan reparación, hay compañías que han cerrado sus puertas, el desempleo ha aumentado y muchos están necesitando ayuda.
La Iglesia Adventista continúa operando
En medio de extraordinarios desafíos, la iglesia continúa sus operaciones sin interrupción. La iglesia administra un hospital, una universidad, una clínica, dos estaciones de radio, veinte escuelas primarias y secundarias y cientos de iglesias locales.
“Dios ha sido bueno con nosotros…Dios es tan bueno con nosotros”, dice Rodríguez.
La tormenta no bloqueó el espíritu solícito de los miembros de iglesia y amigos en la comunidad. Rodríguez se refiere a los miembros de iglesia y amigos de la iglesia, muchos de ellos empresarios, que colaboraron con dinero en efectivo para ayudar a operar el hospital y la universidad adventistas cuando los bancos cerraron y no se podía acceder a efectivo.
Cientos de miembros acudieron a sus iglesias locales para limpiar, cocinar y dar la bienvenida a personas de sus comunidades con platos de comida todos los días, durante semanas después de la tormenta.
“Cada iglesia en la isla cuenta con un coordinador de ADRA, de manera que cuando se fue la energía eléctrica y las iglesias no pudieron comunicarse con los líderes, inmediatamente entraron en acción, así como les habían enseñado en sus comunidades”, dice Rodríguez. De no ser por esa estructura, las cosas podrían haber llevado mucho más tiempo, explica.
Hay incontables historias de la manera en los miembros de iglesia siguen trabajando por sus comunidades aun hoy. El compromiso que muestran de ayudar a los que los rodean aún conmueve a Rodríguez. “Donde uno va, se puede ver que hay miembros con un corazón de oro”, dijo.
“Después de ‘María’ descubrimos realmente que a nuestro alrededor hay tantas personas que viven en la pobreza”, dijo Rodríguez. “Hay personas muy pobres, personas humildes de las que jamás conocimos antes”.
Los planes y programas de evangelismo antes de la tormenta ahora han tomado un enfoque diferente después de la tormenta, dice Rodríguez. “Ahora practicamos el evangelismo público sirviendo a la comunidad, ayudando a los necesitados. Es un testimonio mucho mayor en momentos donde se necesita tanto amor, compasión y amor”.
Continúa la ayuda de ADRA
Asimismo, la Iglesia Adventista ha incrementado su visibilidad como iglesia solícita, que se mueve con rapidez para ayudar a los que aún están luchando para reconstruir sus vidas. Gracias a la Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales (ADRA) Internacional, ADRA Interamérica, y ADRA Puerto Rico, la iglesia está supervisando la construcción de 125 nuevos techos en las casas que no calificaron para la ayuda de la FEMA (Agencia Federal de Administración de Emergencias), explica Rodríguez.
“Cada día después de la tormenta es un recordatorio de que Dios nos ha llamado para asistir a los necesitados”, dice. “Nuestras iglesias necesitan ser luces que brillen con mayor fuerza en sus comunidades”.
Hay unas cien iglesias adventistas que aún carecen de energía eléctrica, informa Rodríguez. Esto representa un tercio de las 320 iglesias y congregaciones adventistas de la isla. “Algunas están operando con generadores, mientras que otras se encuentran sin electricidad y han trasladado sus cultos a horas más tempranas cuando el sol no está tan fuerte, explica.
Desafíos financieros
Unas 345 mil personas han dejado Puerto Rico desde ‘María’, lo que incluye a unos dos mil miembros de iglesia. Esto ha llevado a que los principales líderes sigan de cerca la gestión financiera de la iglesia, dice Luis Rivera, tesorero de la Iglesia Adventista en Puerto Rico.
“Ante una economía deteriorada, algo que ya existía antes del huracán”, dice Rivera, “la iglesia vio una disminución del 52 por ciento en diezmos en los dos primeros meses después de la tormenta”.
Rivera informa que este semestre, 35 estudiantes no regresaron a la Universidad Adventista de las Antillas de la Iglesia Adventista en Mayagüez, lo que representa una pérdida de 200 mil dólares. De manera similar, 108 estudiantes dejaron de asistir a alguna de las veinte escuelas primarias y secundarias de la isla, lo que equivale a una pérdida de 300 mil dólares.
Los principales líderes de la iglesia han visto necesario ajustar el presupuesto operativo en alrededor del 15 por ciento. “Los empleados de nuestra unión están cobrando un salario diez por ciento menor cada mes, por tiempo indefinido”, añade Rivera.
Aun así, en todo esto, Rivera ve que la mano de Dios está manteniendo fuerte y en operación a la iglesia a pesar de esos desafíos que tantos sobresaltos provocan.
“He visto a un país que trabaja más unido, a nuestras iglesias más concentrada en la obra misionera por medio del servicio”, dice Rivera. “Los miembros han visto claramente la tarea de servir a otros, y de penetrar en comunidades antes no alcanzadas”.
Lo que se volvió árido y sombrío con la tormenta se transformó en una nueva oportunidad de alcanzar a más incrédulos, dice el pastor Rodríguez. “Esta experiencia no hará que renunciemos a la esperanza en Puerto Rico. Nuestros miembros de iglesia son fieles y leales, y que continuarán sirviendo a sus comunidades para compartir esperanza dondequiera vayan”.
La historia de la Iglesia Adventista en Puerto Rico después de ‘María’ seguirá evolucionando, dice el pastor Rodríguez. “Las lecciones que hemos aprendido después de la tormenta nos ayudarán a prepararnos mejor para la próxima temporada de huracanes.”
En Puerto Rico hay más de 31 mil adventistas del séptimo día, que se reúnen en 320 iglesias y congregaciones.
Para saber más sobre la iglesia en Puerto Rico, visite upasd.org
Traducción de Marcos Paseggi
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